Estados para el despojo: del Estado benefactor al Estado neoliberal extractivista
AUTOR: Raul Zibechi / Decio Machado
COLECCIÓN: Desarrollo, economía
AÑO DE PUBLICACIÓN: 2023
NÚMERO DE PÁGINAS: 316
FORMATO EN CM: 14 x 21
TIPO DE TAPA: Rustica
Producto Disponible.
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DESCRIPCIÓN
DEL AUTOR
Decio Machado es consultor politico y periodista implicado en la creación y gestión de varios proyectos editoriales vinculados a movimientos sociales en Europa y América Latina.
Raúl Zibechi es educador popular y periodista que trabaja con movimientos sociales. Doctor honoris causa por la UMSA
DEL LIBRO
Contra el Estado han chocado las mejores intenciones emancipadoras de los pueblos y de los trabajadores, en los dos últimos siglos Cuando se rebelaron armas en mana, fueron reprimí dos hasta el genocidio. Cuando optaron por el camino institucional, sus demandas fueron escamoteadas en los laberintos de las burocracias, a través de la cooptación de sus dirigen tes e de la incorporación de movimientos enteros a la gobernabilidad neoliberal. La interesante del periodo actual, es que los levantamientes no han cesado, aunque ya no se saldan con exterminios directos sino con una combinación de cooptación y viclencia paramilitar que provoca matanzas por gotea.
Pero el cambio mayor consiste en que la tradicional alternativa que dividió el campo de las izquierdas, entre tomar el Estado por asalto u ocupario gradualmente, se vio brutalmente alterada desde el aterrizaje del neoliberalismo en la década de 1990. El capital financiero más concentrado y volátil consiguió secuestrar los Estados-nación a través de la legislación internacional y la formación de una camada de administradores capacitados para gestionar las instituciones a la medida de las necesidades de la globalización y de la creciente moder- nización de las fuerzas armadas y policiales
En ese contesta, los gobiernos "progresistas" no tienen la menor posibilidad-amén de que no tienen la voluntad-de salir del modelo neoliberal ya que no están dispuestos a afrontar las consecuencias, pera, sobre todo, porque el camino estatal se ha revelado como una trampa mayor: implica ingresar en una suerte de cárcel dentro de la cual sólo es posible administrar lo existente. Quienes aspiren a cambiar el mundo deberán hacerlo por fuera de la institucionalidad establecida.